Aquí no hay desperdicio

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Un ecopoema.

Un niño trasculcando en un vertedero de desperdicios.
Foto: Hermes Rivera / Unsplash

No viniste a este mundo a cargar con camiones repletos de mierda hasta el golfo de Persia.
A convertirte en retrete humano por una simple bolsa monogrameada.
Vender tu voz por pies,
vender tus pies, sin voz,
a vender
y al final no cobrar.

Un millón de años de evolución,
escapando del miedo y de la perdición,
no viniste a estos tiempos una y otra vez
a luchar por volver
a ese estado de caza y de recolección:
a los ojos agudos,
la mandíbula aguda,
las mejillas agudas,
a la mentalidad de tiburón.

A ese estado de hambruna,
de acumulación,
o de reposesión,
como si los recursos,
mientras son finitos,
no yacieran, sobrando, pudriéndose en el campo.

No viniste a este mundo a blofear
una vida neutra en carbono,
cuando tu ático oculta
tierras en conflicto,
retratos de Dorian Gray que se desmoronan bajo tu vertedero.

Un niño en Indonesia nunca ha ido a un supermercado europeo,
pero sus pies descalzos tropiezan con un empaque vacío de pastel de limón sin gluten.
Viene un dolor agudo, como los rasgos faciales que tu primo del norte no tiene.
Se acabó para él, ellos dicen.
Solo tiene doce años.

Ninguno de ustedes vino al mundo para esto.
Ninguno de nosotros vino al mundo para esto.
A cargar desperdicios, guardarlos, tirarlos, tratarnos como un desperdicio.
A medir nuestro valor con una hoja de papel alrededor de la cintura.
Hecha de celulosa que seguramente vino de un árbol más grueso.
Entonces se acabó para él, ellos dicen.
Solo tienen doce veces doce años.

Ninguno de nosotros vinimos a acabarnos.
A proclamar “fin del juego” justo antes de pulsar el botón de “empezar” en la vida.

Estaremos hechos un desperdicio,
nos estaremos desperdiciando,
pero si realmente viéramos que vinimos a vivir en vez de simplemente yacer y pudrirnos,
como empaques vacíos en el campo,
como basura humana en el mar,
sobre el rostro de alguien que solo quiere una foto bonita en el desierto,
en un salón de clases de sexto de primaria helado hasta los huesos,
en una oficina hirviendo,
muriendo antes de tiempo…
estaríamos floreciendo.


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