Amor y caos dosmilero en (500) Days of Summer y Peep Show.
Solo porque a una chica bonita le gusta la misma basura bizarra que a ti, eso no la hace tu alma gemela.

Hace poco vi (500) Days of Summer (2009) por primera vez. Ya te sabes esta peli, sobre todo si eres milenial viejito como yo. Es la historia de Tom, un copywriter para tarjetas de regalo que se enamora perdidamente de Summer, la asistente de su jefe. O más bien, de la imagen que tiene sobre ella. La chica, en sus ojos, es única y diferente. Le gustan los Smiths, los hot cakes, Ringo Starr, y andar en la bici con su moñito en el cabello y su vestido de ensueño.
Summer, en los ojos de Tom, impone moda para todas las niñas, como Belinda. Citó a Belle and Sebastian en su anuario, y con eso subió las ventas de sus discos como reguero de pólvora. Lugar en el que trabajaba, lugar al que iba mucha clientela. Los días que tomaba el camión, todos los demás lo hacían también. Solo estar en su presencia le daba color a tu vida. Summer era hermosa, inteligente, graciosa, libre. Aunque, durante su relación de amigos, amantes, amores, la idealización obsesiva de Tom opacaba su rostro, confundía su razonamiento, apagaba su alegría, encadenaba sus movimientos.

En cierto modo, era una historia similar a la de Mark y Sophie en la serie Peep Show (2003-2015). Mark se enamora de la compañera del trabajo. La idolatra y persigue por varios capítulos. Mark es recto, temeroso, paranoico, un historiador frustrado. Sophie tiene amistades, una vida tranquila y alegre, una familia que la quiere, una sonrisa de oreja a oreja. Entre las calamidades y malentendidos que nublan los días de Mark, la presencia de la chica es lo único que lo ilumina. Pero cuando, finalmente, ella le corresponde con su amor, Sophie pasa de ser la solución a sus problemas a ser un problema más. Incluso el problema más grande.
O más bien es al revés. Mark es el problema de Sophie. El novio que incomoda a todos. El prometido que mortifica a la familia, incluso detonando eventos traumáticos para su hermano y su primo. El esposo que la rechaza en el altar. Cuando intentan reavivar la relación, ella termina embarazada, pero prefiere no seguir con él. Así, Mark pasa a ser el padre ausente, inmaduro. Sophie se entrega a los vicios, también madre ausente, también inmadura. La vida de Mark no mejora. La vida de Sophie empeora. Se queda dormida en la alberca de pelotas.
Quiero pensar que a Olivia Colman le dieron el Oscar por este papel.

A finales de los dosmiles, era muy popular el concepto de la Manic Pixie Dream Girl. La chica de los sueños, casi como una duendecilla loca que vivía en un mundo aparte de felicidad y desapego, que llegaba como un ángel de la guardia a salvar al protagonista, un chico aburrido y opaco que sufría las consecuencias de sus malas decisiones. Sin una vida más allá de su relación con el prota, la Manic Pixie Dream Girl le enseñaba a sonreír, a desatarse. Le presentaba música nueva. Le regalaba cosas random. Lo retaba a gritar altisonancias, a subirse al karaoke, a seguir sus sueños. Y una vez que él aprendía la lección, ella se iba a seguir cambiando vidas.
Pero no siempre aprendían la lección. Mark no la aprendió. Tom no la aprendió. Sí, cambiaron de trabajo, pero pasaron a buscar otras chicas que los salvaran. Tom de inmediato armó un vínculo con Autumn, la chica del otoño, su competencia para un puesto arquitectónico. No sabemos quién se queda con el trabajo ni quién se queda con su corazón, pero sabemos que se ha generado una conexión más. Mark se enamora de Dobby, una chica aún más Manic Pixie Dream Girl que Sophie. Más ocurrente, más nerd. Usa ropa colorida, come queso en el almuerzo, toca la guitarra, le gustan los juegos de rol y los videojuegos, dice que Boards of Canada son hipsters, trabaja en el sector de informática.
Tanto Tom y Summer como Mark y Dobbie tienen un “encuentro” junto a la copiadora de la oficina.

Summer consigue escapar antes de que la relación le chupe más el alma. Nunca quiso nada más allá de lo casual. No creía en el amor desde el divorcio de sus padres. Decía no estar lista para nada más. Se salió de la empresa y se dedicó a lo suyo. ¿A qué? Nunca lo sabemos. Tom jamás le pregunta. Lo que sí sabemos es que un día un chico la ve leyendo El Retrato de Dorian Gray y entablan una conversación al respecto. Ella se casa con él porque con él sí está segura de lo que nunca estuvo con Tom: que lo amaba.

Dobbie también logra escapar. Su relación está en ruinas, pero buscan irse a vivir juntos para mejorarla. Después de más de una temporada postergando esta mudanza, se van de vacaciones al campo. Con ellos viene Jeremy, el compañero de casa de Mark. Un músico frustrado y alérgico al trabajo estable. Él también idealiza a Dobbie. Les gusta casi lo mismo, tienen sentido del humor. Él la percibe hermosa, graciosa, inteligente, libre. Mark no la ha corrompido, y ciertamente Jeremy tampoco lo hará. Cuando Dobbie recibe una oferta de trabajo en Nueva York, ella la toma y se va a continuar su vida en otra parte.
Pero Mark no la deja ir tan fácil. Le ha mandado más de 300 mensajes de texto en un mes. Dobbie vuelve a Inglaterra a la boda de Super Hans, el errático amigo de Jeremy. También trae a Gerard, su novio neoyorkino que escribe sobre comida y tiene barba y tatuajes. A Gerard no le simpatiza que Mark siga acosando a su novia, así que lo golpea en la recepción de la boda. Después de esto, no sabemos nada de Dobbie. Espero no haya sido condenada a una vida de parejas enfermizas que la idealizan con violencia.

El escritor de (500) Days of Summer se inspiró en una relación que tuvo. Cuando le mostró el guión a su ex-pareja, ella le dijo que se identificaba más con Tom que con Summer.
En el último episodio donde salió Sophie, ebria, sola, y devastada, le dice a Mark que él ha sido el ancla de su barco. Que sin él, saldría disparada. Cuando otro viejo amor llega a visitarlo y decirle que no podrán estar juntos, Sophie pregunta quién era. Él le dice que era “alguien de su pasado”. A lo que Sophie responde que él siempre ha estado obsesionado con el pasado. Como Napoleón.
Se habla mucho de las Manic Pixie Dream Girls, casi siempre con desdén. Como estereotipos de la chica “única y diferente”. Cuando yo misma era más joven, las veía con recelo porque no era justo que fueran hermosas Y talentosas E inteligentes Y con personalidad. En mi mente, me arruinaban el changarro. Me robaban a los clientes. Como yo no era hermosa, según mi mente agrietada y los estándares del momento, había aprendido a compensar “mis carencias” con humor, “buenos gustos” e ínfulas de sabiduría. Parafraseando a Marilyn Wann: “Zooey Deschanel escuchando a Belle and Sebastian, yo escuchando a Belle and Sebastian, ¿qué es más retador para el estatus quo?”
En las historias de Tom y Mark, sin embargo, vemos que ellos son los verdaderos agentes del cambio en sus relaciones. Agentes del caos, más bien. Summer deja su trabajo, descubre un lugar bonito en Los Ángeles donde observar la ciudad. Si bien no ama a Tom, abre su corazón un poco hasta que llega alguien a quien sí identifica que ama. Sophie ve a Mark como un ancla, como un miembro de su familia a quien le quiere dar la casa de campo de su abuela. Autumn puede ganar o perder un trabajo, ganar o perder una relación. Dobbie, igual que Summer, ve que con Mark NO es por ahí y se va a cometer errores a otra parte. A equivocarse sola, como María Félix. Todas las mujeres que han llegado a las vidas de Tom y de Mark cambian irremediablemente. Para bien, para mal, pero cambian.

¿Por qué entonces, en vez de hablar de las Manic Pixie Dream Girls, no hablamos de los Manic Pixie Nightmare Boys? Los chicos pesadilla que llegan con sus rarezas a generar turbulencias antes de irse de nuevo.
No aplica solo en relaciones de chico y chica. La primera vez que el término me vino a la cabeza fue precisamente con otra película de Joseph Gordon-Levitt, quien hizo de Tom en (500) Days of Summer. Esa película era Hesher (2010). En ella, JGL hace del personaje titular, un metalero hediondo que llega a vivir a casa de una señora y se hace amigo de su nieto, quien está sumido en la depresión, el duelo y el bullying. Hesher se vuelve su ángel guardián. ¿O su diablo guardián? Su caos trae el orden, su fuego enciende el camino entre la oscuridad.
Así como algunos recuerdan a Zooey Deschanel como la Manic Pixie Dream Girl por excelencia, quiero recordar a JGL como el Manic Pixie Nightmare Boy. En otra de sus películas, Mysterious Skin (2004), reconecta con un chico con el que comparte un doloroso secreto. Lo saca del mundo de la fantasía y lo afronta a la realidad en la que él siempre ha vivido. Dura y con ganas de desaparecer, pero en presencia y unión. Piezas de rompecabezas que hacen que todo tenga sentido.

Quizás la relación más sana en (500) Days of Summer es la de Paul y Robyn. No es de chicas de los sueños ni de chicos de las pesadillas. Son humanos estables, no duendes maniacos. No se les ve juntos porque tienen vidas aparte. Uno no vive para el otro, sino que se complementan. Así han estado desde pequeños. No llegaron a cada una de sus vidas a causar caos y largarse. Se han quedado a seguir sus caminos tranquilos, paralelos, de la mano.
Creo que solo tuve suerte. Nos conocimos en la primaria, en séptimo grado, teníamos el mismo horario de clases y simplemente encajamos, ¿sabes? Creo que, técnicamente, la “chica de mis sueños” tendría, como, un enorme escote. Quizás cabello diferente. Probablemente le gustarían más los deportes. Pero sinceramente, Robyn es mejor que la chica de mis sueños. Es real.
Te deseo un amor real y bonito.
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