La primera rutina de stand up que presenté en vivo.
A finales de julio, tuve mi primera presentación en un open mic de comedia de stand up. Fue con el grupo de Pura Morra, después de haber tomado un taller con las mismas, facilitado por Gaby Llanas y Melissa Berrones.
Muchos de los temas que hablo apenas son más bien “current topics” o temas relevantes tanto de la época en general como de mi experiencia en escenarios haciendo stand up comedy. Por lo mismo, es muy probable que deje de presentar esta rutina tal y como está en futuros eventos. Quizás rescataré algún chascarrillo por aquí y por allá, pero es algo muy de su tiempo que me gustaría registrar para el archivo de cosas que he hecho.
Desde entonces he estado participando en más open mics de comedia y palabra hablada incorporando elementos más cómicos en México y en Reino Unido. Obvio ya no es mi primera vez, así que hablo de cosas nuevas. Pero esto ahí va.

Trátenme con cuidadito.
Es mi primera vez.
Digo, ya he estado en un escenario leyendo poesía, actuando en teatro y haciendo música. Pero nunca he hecho stand up.
Básicamente soy como una virgen, estilo San Pedro:
puro anal antes del matrimonio.
O como una virgen, estilo Dubái:
puro comer caca antes del matrimonio.
Que no está tan alejado de nuestra realidad, la verdad.
Hay muchas que comen caca después del matrimonio.
Me parece bastante asqueroso, que justo cuando salió el escándalo de las fiestas port-a-potty, también se puso muy de moda el chocolate de Dubái.
¿Se imaginan la reunión de emergencia que tuvieron los de relaciones internacionales?
“Nuestra imagen está por los suelos.
Antes pensaban en nosotros como un lugar en el que podías conseguir muchos lujos.
Ahora piensan en nosotros como un lugar en el que puedes conseguir muchos lujos si te comes la caca de un jeque.
¿Cómo le hacemos para volver a ser cool?
Ah, ya sé. Ponemos de moda un postre que parezca lo más mierda posible.
¿Qué comida está más rica y parece mierda?
¿Chocolate? Excelente.
¿Otra? Pistache.
¿Otra? Esa galletita para que tenga consistencia acá grumosa. Super.
Y la servimos también con fresas para pegar en San Pedro.”
¿Todavía les dicen “fresas”?
No entiendo a la chaviza.
Puro comer chocolate de Dubái, escuchar a JoJo Siwa, ver los tiktoks de Honey Boo Boo y coleccionar labubus.
JoJo Siwa Dubái Honey Boo Boo labubu.
Vaya trabalenguas.
La otra vez vi un video donde probaban un chocolate de Dubái en forma de labubu y sentí que me estaba tronando la tacha.
Bueno, en realidad me estaba tronando una galletita en forma de paleta Payaso.
Cosas de gente millennial.
¿Alguien de aquí es millennial?
Ya sé que mis chistes son bien boomer, bien de Bill Cosby sin reinas.
Pero la verdad no estoy tan para allá.
Ya tengo casi 40.
No tengo tanto problema con tener casi 40, pero sí tengo problema con la gente que tiene problema con la gente que tiene casi 40.
La otra vez fui a un evento con unos amiguis y éramos los más viejos del lugar.
Onda, a los demás los concibieron cuando se cayeron las Torres Gemelas.
Todavía no nacían cuando mataron a Paco Stanley.
Sus padres aún iban en prepa cuando salió El Cacahuatazo.
Y pues, a mis compas y a mí nos trataron como adultos mayores.
Se agachaban y nos hablaban de usted.
El MC literal, dijo:
“Es muy refrescante ver otras generaciones acá disfrutando del show.
Gente con más años encima. Con más rango de edad y experiencia.
No nada más puro chavito.”
Que, pues, ya no estoy chava y estoy en paz con eso.
Pero esa chaviza no. Lo tiene que ventilar.
Tampoco ayuda que una de mis amigas era tía de alguien ahí.
Pero esa tía:
1. Ya tiene casi 50, y
2. Que ella tenga casi 50 no hace que yo la vea como a una anciana. Independientemente de su edad, la veo como alguien cool porque es alguien cool y yo solo soy amiga de la gente cool.
Aunque ya no es cool decir cool.
Ya es cringe.
Y me acabo de enterar que ya es cringe decir cringe.
Ahora dicen que algo te da ick o que algo es tu ick.
Y ahora es nuestra misión como señoras millennial tomar esa frase y usarla tanto que le dé ick a la chaviza.
Así como le hicimos con el coquette.
Y con el “amiga, date cuenta”.
Hicimos millonario al Sailorfag, pero también lo hicimos menos cool.
Es mentira. El Sailor sigue siendo cool.
¿Pero saben qué me da más ick?
Tener estándares tan pendejos de qué está de moda y qué no, cuál es la edad perfecta y cuándo nos topamos con la pared.
Que si enflacar, que si engordar. Que si ponernos labios, que si quitárnoslos, que si hacernos las orejas pa’ adelante, para atrás, frente chiquita, frente grande, pelo planchado, pelo curly, poca ceja, mucha ceja, y que si no lo cumplimos, ya valimos madre.
Que si el troll, que si el furby, que si el labubu, que si el funko, el tickle me Elmo, el babadook.
¿Y saben algo curioso?
Que conocí a los labubus por una amiga de 43 años que es de las personas más cool, coloridas y auténticas que he conocido en la vida.
Un clarísimo ejemplo de que la chingonería no tiene edad.
Y te puede gustar todo lo que quieras, y ponerte y quitarte todo lo que te guste o no, pero ahí está la clave:
que tú lo quieras y que a ti te guste. Tengas 20, 40, 60, 80 años.
Tu autenticidad es inmortal.
Pero me da más ick comer caca.
Me da más ick hacerlo solo por detrás para poder casarme de blanco.
Que como quiera ya lo hice.
Porque la virginidad es un constructo.
Y vaya que lo es.
Porque esto no se sintió como la primera vez.
Gracias, gente hermosa.
Sigan igual de inmortales.
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