¿Qué hay aquí para mí?

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Aprender de un mundo más allá de tu mundo.

¿Qué hay aquí para mí?
Foto: Jeff Finley / Unsplash
Algo que me recontracaga de que ahora todo sea contenido, todo sea mercadotecnia, desde lo que haga cantar a nuestro corazón hasta la labor diaria con la que sustentarnos, y que si tenemos suerte en este imperio tardío puede que las dos cosas se consigan con la misma actividad, es que para llamar atención, visitas, clics, likes, leads, la morralla, la exposición, tengas que a huevo contestar en tu mensaje de vida, en tu carta de presentación, tu pitch de elevador, tu anuncio de quince segundos, tu statement, la siguiente pinche pregunta:

“¿Qué hay aquí para mí?”

Algo que me recontracaga de que ahora todo sea contenido, todo sea mercadotecnia, desde lo que haga cantar a nuestro corazón hasta la labor diaria con la que sustentarnos, y que si tenemos suerte en este imperio tardío puede que las dos cosas se consigan con la misma actividad, es que para llamar atención, visitas, clics, likes, leads, la morralla, la exposición, tengas que a huevo contestar en tu mensaje de vida, en tu carta de presentación, tu pitch de elevador, tu anuncio de quince segundos, tu statement, la siguiente pinche pregunta:

“¿Qué hay aquí para mí?”

Como si todo lo que existiera solo lo hiciera para satisfacer al cliente potencial. Para que te noticee el sempai. Como si todo tuviera un propósito que se repite. Como si el aprendizaje fuera un esquema piramidal.

Como si todo lo que existiera solo lo hiciera para satisfacer al cliente potencial. Para que te noticee el sempai. Como si todo tuviera un propósito que se repite. Como si el aprendizaje fuera un esquema piramidal.
We are the coaches of coaches. We are the teachers of teachers. We are the dreamers of dreams.
We are the coaches of coaches. We are the teachers of teachers. We are the dreamers of dreams.

Cuando los de las pedreras se topan con una montaña majestuosa, en la que parecen reposar por turnos el sol y la luna, que nos protege de los huracanes y que tiene millones de años de historias que contar, se preguntan “¿Qué hay aquí para mí?”

Cuando los de las pedreras se topan con una montaña majestuosa, en la que parecen reposar por turnos el sol y la luna, que nos protege de los huracanes y que tiene millones de años de historias que contar, se preguntan “¿Qué hay aquí para mí?”
Cuando los de las vidrieras están en una playa, con el vaivén de las olas entonando serenatas, el aroma salino de la brisa marina, y con la arena brillante acariciando sus pies, se preguntan “¿Qué hay aquí para mí?”

Cuando los de las vidrieras están en una playa, con el vaivén de las olas entonando serenatas, el aroma salino de la brisa marina, y con la arena brillante acariciando sus pies, se preguntan “¿Qué hay aquí para mí?”

Cuando los de las inmobiliarias se pierden en una comunidad lejana, recóndita, en las que los vecinos son tus tíos y tus primos, en las que toma una villa criar a los niños, donde los frutos de la labor se comparten con cariño y las calles se transitan sin miedo, se preguntan “¿Qué hay aquí para mí?”

Cuando los de las inmobiliarias se pierden en una comunidad lejana, recóndita, en las que los vecinos son tus tíos y tus primos, en las que toma una villa criar a los niños, donde los frutos de la labor se comparten con cariño y las calles se transitan sin miedo, se preguntan “¿Qué hay aquí para mí?”
Y cuando los padres narcisistas reciben diagnósticos de que sus infantes no son como la norma. Cuando los vampiros psíquicos encuentran seres honestos que entregan su confianza y lealtad sedientos de afecto y amor verdadero. Cuando los maestros, curas, guías, líderes y más figuras de autoridad tienen ternura en sus manos, cual muñecos de barro, dispuestos a ser formados y horneados para aprender y compartir lo que según su entorno es el deber ser y hacer, y esas figuras de autoridad tienen fracturas en sus propias almas y mentes, si es que aun las mantienen, se preguntan “¿Qué hay aquí para mí?”

Y cuando los padres narcisistas reciben diagnósticos de que sus infantes no son como la norma. Cuando los vampiros psíquicos encuentran seres honestos que entregan su confianza y lealtad sedientos de afecto y amor verdadero. Cuando los maestros, curas, guías, líderes y más figuras de autoridad tienen ternura en sus manos, cual muñecos de barro, dispuestos a ser formados y horneados para aprender y compartir lo que según su entorno es el deber ser y hacer, y esas figuras de autoridad tienen fracturas en sus propias almas y mentes, si es que aun las mantienen, se preguntan “¿Qué hay aquí para mí?”

Y la verdad, si la gente no se mete a mis cursos, no compra mis libros, no escucha o lee mis historias, porque solo esperan que en ellas haya algo que les beneficie, algo físico, económico, vocacional, o de capital social, entonces prefiero hablarle a la pared. O hablarle a las plantas. O al aire. O al agua. A la tierra. Al fuego. A los animalitos. Porque ellos no se preguntan qué hay aquí para ellos. Porque ellos son el aquí que está aquí para sí.

Y la verdad, si la gente no se mete a mis cursos, no compra mis libros, no escucha o lee mis historias, porque solo esperan que en ellas haya algo que les beneficie, algo físico, económico, vocacional, o de capital social, entonces prefiero hablarle a la pared. O hablarle a las plantas. O al aire. O al agua. A la tierra. Al fuego. A los animalitos. Porque ellos no se preguntan qué hay aquí para ellos. Porque ellos son el aquí que está aquí para sí.
Hasta prefiero hablarle a los ancestros, maestros, el ánima en todo, las guías que han trascendido o que no han pasado ni pasaran por la molestia de ser encarnados y luego dejar de serlo, que aunque aquí ya no haya ni habrá nada para ellos, simplemente siguen flotando. Como parte del todo. Como la propia vida.

Hasta prefiero hablarle a los ancestros, maestros, el ánima en todo, las guías que han trascendido o que no han pasado ni pasaran por la molestia de ser encarnados y luego dejar de serlo, que aunque aquí ya no haya ni habrá nada para ellos, simplemente siguen flotando. Como parte del todo. Como la propia vida.

Quizás lo que haya aquí para ti es darte cuenta que no todo aquí es para ti. Que hay un mundo más allá de tu mundo, experiencias más allá de tu experiencia. Quizás la recompensa es conocer y apreciar, incluso celebrar, otros modos de vida en este camino que todos compartimos. Que el sol brilla con y sin nosotros. Que los idiomas que no comprendamos siguen siendo lineas de comunicación como puentes para quienes sin ellos se quedarían literal sin palabras. Que lo que alguien haya escrito ayer fue parte de su contexto, y que lo que escribamos ahora será parte del nuestro.

Quizás lo que haya aquí para ti es darte cuenta que no todo aquí es para ti. Que hay un mundo más allá de tu mundo, experiencias más allá de tu experiencia. Quizás la recompensa es conocer y apreciar, incluso celebrar, otros modos de vida en este camino que todos compartimos. Que el sol brilla con y sin nosotros. Que los idiomas que no comprendamos siguen siendo lineas de comunicación como puentes para quienes sin ellos se quedarían literal sin palabras. Que lo que alguien haya escrito ayer fue parte de su contexto, y que lo que escribamos ahora será parte del nuestro.
No todo te tiene que hacer más rico, más sabio, más poderoso, más habilidoso. No todo te tiene que enseñar a enseñar. Que a veces el comienzo de se encuentra en aprender a aprender.

No tolerar en silencio solo esperando a que toque tu turno de hablar, repasando tanto el mensaje que te pierdes del mensaje de los otros seres mientras lo conversan o lo experimentan.

No todo te tiene que hacer más rico, más sabio, más poderoso, más habilidoso. No todo te tiene que enseñar a enseñar. Que a veces el comienzo de se encuentra en aprender a aprender.

No tolerar en silencio solo esperando a que toque tu turno de hablar, repasando tanto el mensaje que te pierdes del mensaje de los otros seres mientras lo conversan o lo experimentan.

La montaña no es tu materia prima. La arena tampoco. Las hectáreas menos. La vida en hermandad y en la naturaleza no tiene que ser tu fuente de dinero. Ni mucho menos el acto de destruirlas para llenar tus bolsillos y robar “respeto”.

La montaña no es tu materia prima. La arena tampoco. Las hectáreas menos. La vida en hermandad y en la naturaleza no tiene que ser tu fuente de dinero. Ni mucho menos el acto de destruirlas para llenar tus bolsillos y robar “respeto”.
A veces abres un libro para sacar tu cabeza de tu ano, no para sumergirla más profundo. Tomas un taller para romper tu ciclo de ensimismamiento, no para darle vuelo al centrifugado. Si ves algún show o presentación, si escuchas alguna canción, pensando todo el tiempo en formular respuestas, mejor no lo hagas. Gastas menos energías si quitas nuestras demostraciones sensoriales de la música de fondo para tus chaquetas mentales.

A veces abres un libro para sacar tu cabeza de tu ano, no para sumergirla más profundo. Tomas un taller para romper tu ciclo de ensimismamiento, no para darle vuelo al centrifugado. Si ves algún show o presentación, si escuchas alguna canción, pensando todo el tiempo en formular respuestas, mejor no lo hagas. Gastas menos energías si quitas nuestras demostraciones sensoriales de la música de fondo para tus chaquetas mentales.

El mundo no está aquí para ti. El mundo está aquí para el mundo. Y si te deslindas del mundo, del vinculo con el gran todo y todos, mucho menos estará para ti. Entonces, ahora sí, no habrá nada para ti.

El mundo no está aquí para ti. El mundo está aquí para el mundo. Y si te deslindas del mundo, del vinculo con el gran todo y todos, mucho menos estará para ti. Entonces, ahora sí, no habrá nada para ti.
Si desde un punto egoísta te preguntas ante un paisaje, un ser, una obra, qué hay aquí para ti, te contestas de inmediato a ti mismo que no hay nada aquí para ti.

Si desde un punto egoísta te preguntas ante un paisaje, un ser, una obra, qué hay aquí para ti, te contestas de inmediato a ti mismo que no hay nada aquí para ti.

¿Qué hay aquí para mí?


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