El propósito de la oscuridad

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Reseña del libro de Amanda Escalante.

Escribí esta reseña hace un año cuando leí El Propósito de la Oscuridad de Amanda Escalante. No encontré cómo ni dónde compartirla, así que la pongo aquí para que no esté nomás guardando polvo en una aplicación de notas. Que sí, volví a Joplin. Todavía batallando con la sincronización entre dispositivos, pero quizás no tengo que estar haciendo notas digitales hasta en la cama. Quizás podría volver al confort de escribir a mano en la libreta y luego pasar a la compu. Algo más híbrido, entre lo análogo y lo digital.

Portada del libro El Propósito de la Oscuridad, de Amanda Escalante.

Todo es risa y diversión hasta que se apagan las luces.

Por más de una década, Amanda Lalena Escalante Pimentel ha sido parte de la cultura pop mexicana. Bajo el nombre artístico de Amandititita, la joven cantautora nos ha regalado temas icónicos sobre fenómenos contemporáneos, desde la metrosexualidad hasta las asesinas en serie, con un estilo audiovisual multicolor e irreverente. Una versión más punk de la legendaria tradición nacional de “reír para no llorar”, por ahora.

En realidad, la vida de Amanda ha sido guiada por una búsqueda de algo más allá. El Propósito de la Oscuridad es su segunda memoria, publicada un año después de Trece Latas de Atún. A diferencia de la primera, este audiolibro de Everand se dedica a los numerosos caminos espirituales que Amanda ha seguido desde que era pequeña. Desde el duelo familiar hasta la escuela de monjas. Desde el Demian de Hermann Hesse hasta la obra de Fernando Pessoa. San Judas Tadeo, la Metafísica, la Cienciología: menciona cualquier movimiento religioso o espiritual, y Amanda lo ha visitado, como ensayos científicos de prueba y error, o como en un probador con prendas que aprietan, abarcan o que quedan perfectas hasta que se desgastan. O hasta que te desgastan.

Amanda comparte historias de amor y desamor entre seguidores de una gurú de la India. De su fase atea, en la que su pastor era el alcohol y las pretensiones de intelectualidad, sus sacramentos. Habla de los tiempos en los que estuvo o no medicada. Sobresalen los ataques de pánico, los pensamientos intrusivos, el vacío interno que venía de aquellas presentaciones tan entretenidas con las que la llegamos a conocer. Escuchamos cómo alguien que trajo tanta alegría ha pasado por tantos períodos de suma tristeza. El chiste del Pagliacci, pero versión anarcumbia en el Vive Latino.

No hay final feliz, porque la felicidad, como la tristeza, nunca es final. Hay un final pacífico, sereno, pleno, en el que Amanda encuentra la espiritualidad que mejor le queda a través de un movimiento que ahora ella misma comparte en cursos. Esta prueba científica ha sido exitosa con ella. Esta prenda del probador le ha quedado de maravilla. Quizás le quede también a otras personas, y quizás el experimento también le funcione a alguien más. Eso es lo bello de la condición humana, con tantas formas de comulgar con nuestro ser y nuestros seres como personas en la tierra.

El viaje de Amanda es uno de muchos, como el tuyo y el mío. En lo único que coincidimos universalmente es que pasaremos por varios grados de luz, oscuridad, y todo lo que hay en medio. Y como lo infiere el título del libro, cada uno de estos grados tiene su propósito.

La artista Amanda Escalante.
Amanda Escalante. Foto de la autora.


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